Se han descubierto múltiples beneficios y hallazgos de aprender un segundo idioma, y lo que pasa en tu cerebro al hacerlo.
1. El aprender un lenguaje adicional puede hacer que tu cerebro crezca y se desarrolle más
El hallazgo fue descubierto por científicos suecos, que monitorearon la actividad cerebral de personas que estaban aprendiendo un segundo idioma. Para lograrlo se apoyaron en herramientas como la Resonancia Magnética (RM).
El objetivo de los científicos era mostrar cómo el aprender un segundo idioma tiene un efecto claramente visible en el cerebro.
Para probar lo anterior, se midió la actividad cerebral de dos grupos de personas:
- Jóvenes militares que acaban de alistarse en el ejército. Dichos sujetos tenían gusto por aprender idiomas difíciles como Árabe, Ruso o Dari (un dialecto hablado en Irán).
- Estudiantes de medicina y otras ciencias, que también estudiaron arduamente durante 3 meses pero nada relacionado con algún idioma.
Los resultados de la Resonancia Magnética demostraron que áreas específicas del cerebro de los jóvenes militares incrementaron su tamaño. Mientras que el cerebro de los estudiantes del segundo grupo, permaneció igual.
Hay que puntualizar que el estudio se realizó con jóvenes que aprendieron idiomas de manera intensiva por solo 3 meses. Lo cual suena prometedor para el desarrollo de tu cerebro, si tú estudias un idioma por un tiempo más prolongado.
2. Aunque el cerebro de ciertas personas puede no reconocer sonidos de idiomas ajenos; ya existe tecnología para que lo logren
Los estudios de Resonancia Magnética también han sido útiles para investigar qué áreas del cerebro se activan en alguna tarea específica de aprendizaje.
Por ejemplo, así se comprobó que adultos nativos de idiomas como el japonés, difícilmente diferencian los distintos sonidos de palabras con fonemas con “R”, de los que usan “L” (ejemplo: pero / perro / pelo). Si tienes amigos japoneses, lo notarás en su pronunciación. Pero como se dijo, no es que no puedan pronunciarlo, sino que muchas veces ni siquiera distinguen la diferencia (como en todo, hay excepciones).
La resonancia magnética demostró lo anterior, ya que mientras que en hablantes de idiomas occidentales, dos diferentes áreas de su cerebro se activaron al pronunciar una palabra con “R” y otra con “L”; solamente una región del cerebro se activó en los hablantes de japonés al pronunciar las mismas palabras.
Actualmente ya existe cierta tecnología que permite que puedan distinguir las diferencias y mejorar sus habilidades en otros idiomas tan diferentes al suyo. (Y de manera muy rápida; en un estudio bastaron 3 sesiones de 20 minutos para efectivamente distinguir los sonidos)
3. El cerebro puede aprender un idioma de diferentes maneras, pero el “sumergirte” en la experiencia siempre será más benéfico
En otro experimento un grupo de voluntarios aprendió un idioma inventado -para este estudio- mediante explicaciones de las reglas y gramática. Mientras que un segundo grupo lo aprendió “al sumergirse” en él, es decir, de manera similar a como aprendemos nuestra lengua materna.
En tanto que los participantes de ambos grupos aprendieron; la actividad de los cerebros de aquellas personas del segundo grupo, fue más parecida a la que presentan los cerebros de hablantes nativos.
Incluso 6 meses después en los que los voluntarios ya no se involucraron de ninguna manera con “el idioma” que aprendieron, las personas del segundo grupo tuvieron un mejor desempeño en pruebas. Además los procesos que su cerebro siguió se hicieron aún más naturales y similares a los de los hablantes nativos.
Asimismo, los científicos decretaron que las personas que hablan más de un idioma con fluidez, tienen mejor memoria, son más creativos y tienen más flexibilidad mental.
Todo lo anterior nos deja como conclusión que el aprender un segundo idioma tiene importantes beneficios neurológicos, no importando en qué etapa de tu vida lo aprendas.
Además de que se comprobó de que los adultos efectivamente pueden aprender un idioma al sumergirse en él.