La importancia de hablar a la hora de aprender inglés.
Hay dos tipos de alumnos de inglés: ¡los que se atreven a hablar en inglés y los que no! Los que se atreven consiguen alcanzar un nivel fluido que les permite comunicarse con mayor facilidad y los que no se atreven carecen de velocidad de respuesta.
Los estudiantes osados tienen un problema, mejorar la calidad de las expresiones y la pronunciación. Por esta razón es preciso tener una base sólida de gramática para ir mejorando el aspecto oral y como no, escuchar mucho, sobre todo a nativos, para ir asimilando el inglés.
En cuanto a los estudiantes más tímidos, aunque muchos de ellos cuentan con una sólida base, suelen necesitar una situación extrema para poder empezar a hablar en inglés y expresarse con soltura. A menudo piensan que podrán comunicarse y el día en el que necesitan hablar se dan cuenta de que muchas expresiones que deberían tener asimiladas no les vienen a la cabeza.
Hablar no solo incide en la mejora de la fluidez, sino que ayuda al cerebro a pensar más rápido. Cuanto más hablamos, nuestro cerebro piensa y responde con mayor rapidez y se adecúa más a la situación.
Si tienes que rellenar un vacío en el texto de un examen, tu cerebro pensará con más celeridad y hallará más respuestas posibles. Si tienes que responder a una llamada telefónica del extranjero las respuestas serán más rápidas y adecuadas y utilizarás un lenguaje mucho más correcto.
Otro beneficio de hablar inglés es que te capacita para descubrir tus limitaciones gramaticales y de vocabulario. Cuando quieres decir algo y no puedes hacerlo es cuando te das cuenta de lo que tienes que aprender para mejorar.
Por todo lo anterior, concluimos que cuando estamos estudiando un idioma es necesario practicar todos sus aspectos y que la oportunidad de poder hablarlo es tan esencial como el resto.